Virginia Aparicio – ingeniera Agrónoma, doctora en Ciencias Agrarias e investigadora del CONICET e INTA- pretendía informar a la comunidad sobre sus hallazgos y advertir sobre el peligro al que están expuestos los habitantes de los pueblos fumigados, como lo es Balcarce, pero no fue posible. El encuentro -que se preveía realizar vía streaming- fue suspendido por decisión del director nacional del INTA, Carlos Alberto Parera, a través de una nota que envió a la investigadora el 15 de junio.
En su estudio, un relevamiento biológico humano exhaustivo realizado en la primavera de 2021 en Pcia de Bs. As (donde participaron habitantes de Balcarce), la especialista confirmó la presencia de agrotóxicos en orina, sangre y materia fecal; y también en el aire del lugar en el que las personas residen.
El trabajo de la investigadora forma parte del Proyecto Internacional SPRINT – Transición Sostenible de Protección Vegetal: Un Enfoque de Salud Global. Proyecto financiado por la Unión Europea (UE). Consiste en un consorcio de Institutos de investigación de 10 países europeos a los cuales se sumó la Argentina, a través del INTA.
Entonces, ¿hay algo que la sociedad Argentina no debe saber? Tener acceso público a este estudio, ¿a quiénes perjudica? Es sabido que INTA orgánicamente responde al agronegocio y a la ciencia empresarial, una ciencia limitada a responder sólo a intereses económicos a cualquier costo, y en perjuicio de la sociedad.
En un comunicado escrito por asambleas ciudadanas, movimientos campesinos, organizaciones socioambientales, sindicales, científicos e investigadores expresaron: “Lo que el INTA oculta e impide su divulgación es la fotografía tóxica de los cuerpos humanos evaluados en el SPRINT que seguramente se replica en todas las personas que habitan en los pueblos fumigados de la Argentina. Cuerpos que son impactados por numerosas sustancias que están ahí alojadas silenciosamente pero que tienen capacidad para generar cáncer, daño genético, funcionar como alteradores hormonales, generar disfunciones en el sistema nervioso y poseer efectos neurotóxicos.”
En resumen, se censura y prohíbe información sumamente valiosa y reveladora sobre los graves daños que provoca en las matrices ambientales y en los humanos el sistema agroalimentario industrial con el uso masivo de transgénicos y agrotóxicos.
Debemos preguntarnos de manera urgente y seria ¿Cómo nos alimentamos? ¿Cómo alimentamos a nuestra familia? ¿Qué agua tomamos? ¿Quién cubre la crisis sanitaria y ambiental de esta matriz productiva? ¿Qué ciencia se produce desde el Estado y cómo afecta en nuestras vidas? ¿Ciencia para qué y para quiénes hace INTA? La ciencia, una verdadera ciencia, se debe usar para saber lo que realmente pasa, primar lo colectivo y la honestidad por sobre los intereses de los sectores de poder y minoritarios. Debe ser una Ciencia para el beneficio de las Comunidades.
Los ciudadanos queremos saber qué sucede en nuestro territorio, es de nuestra incumbencia conocer el impacto de la Tecnología Agropecuaria en nuestros cuerpos. Por esa razón lógica, debemos repudiar el negacionismo, la censura y el oscurantismo de un Instituto Estatal contra los intereses del pueblo.
Santiago Ortigosa, DNI 34.961.423
Fuente: Minuto Balcarce
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