El desafío de crecer y redistribuir
La desigualdad, acentuada en pandemia. La perspectivas para 2021, necesidad de políticas públicas contra la desigualdad. El empleo, los salarios. Indicadores de coyuntura. Repunte industrial, celebrado por el Gobierno. El establishment y sus demandas intactas. La inflación, sus posibles causas. El poder en juego.
La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner es pasión de multitudes aún cuando habla ante tribunas vacías. Imagen típica del año, repetida a diario en la Copa Libertadores o en el estrambótico torneo local. El Frente de Todos (FdT) celebró el año de gestión poniendo en escena a los principales referentes, con el presidente Alberto Fernández y Cristina a la cabeza. Minga de discursos protocolares, mucho contenido en las intervenciones. Insumo para relatos, especulaciones, internas, rumores. También hoja de ruta para el año próximo que (posiblemente, quizás, ojalá) será menos inesperado y atroz que el 2020.
El cierre del discurso de CFK con la arenga “si tienen miedo… búsquense otro laburo” resuena fuerte: la advertencia más cruda y directa desde la asunción de AF. Le da sustancia la prospectiva trazada por la oradora: habrá crecimiento, no es admisible que lo capitalicen “cuatro o cinco vivos”. Cristina rigorea sobre un objetivo compartido por la plana mayor del Ejecutivo. La redistribución de la riqueza debe acompañar a la reactivación.
La desigualdad preexistente se acentuó en el contexto de pandemia. Algunas medidas económicas fueron ecuménicas por imposición de las circunstancias. El programa Adelantos para el Trabajo y la Producción (ATP) rescató del naufragio a todo tipo de empresas. Las más grandes cobraron el subsidio estatal sin agradecerlo… ni siquiera registrar lo que pasó. Embolsaron y si te he visto no me acuerdo. La medida era necesaria para impedir quiebras en masa aunque (¡ay!) llevaba como contraindicación mantener las asimetrías.
Contadas acciones oficiales apuntaron de frente a “los más ricos”. Por ejemplo, las modificaciones de la alícuota del impuesto a los Bienes Personales y el aporte solidario de las grandes fortunas. Los pataleos fueron inversamente proporcionales a la cantidad de movidas. El establishment gana en el promedio, se queja, apuesta a cristalizar posiciones, judicializa.
Las mejores acciones del Gobierno contradijeron la Vulgata ortodoxa. El canje de deuda se pulseó con firmeza, contra el desdén y el alineamiento hostil de consultores, grandes medios, entidades financieras, gurúes.
El gasto público potenciado desafió a los manuales de derecha. Se pudo financiar con emisión porque el oficialismo desoyó los cantos de sirena de “la autonomía del Banco Central”. La inflación, inferior a la de 2019, no trepó por esa causa.
La provisión de remedios gratis a los jubilados se olvida en los balances de la opo pese a (por) constituir un refuerzo económico directo a los beneficiarios.
Los congelamientos de tarifas aliviaron en parte a las familias.
La ofensiva pro devaluación pudo revertirse porque hay control de cambios, caiga quien caiga y le guste a quien le guste.
Las mejores herramientas del Gobierno se inscriben en la tradición nacional-popular, aggiornada en el siglo XXI y reperfilada durante la peste.
El gobernador bonaerense Axel Kicillof, cuya franqueza es una marca de fábrica, subrayó: “Estamos gobernando a ciegas en esta pandemia”. Tal cual. Se atraviesa un universo pletórico de novedades e incertidumbres, sin precedentes ni coordenadas escritas. Prevaleció como táctica el control de daños.
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Crecer es posible, redistribuir trabajoso: Distintas predicciones anuncian crecimiento de PIB, el ministro Martín Guzmán estimó un 5,5 por ciento. En Olivos y en la Casa Rosada intuyen porcentuales más altos. Habrá que ver… y remar.
Al rebote ulterior a la recesión se añaden factores favorables, algunos de coyuntura, otros de políticas públicas.
Brasil revirtió su caída, crece: es buena nueva. La economía china también tracciona. Suben los precios de la soja y de otras commodities, fomentando ingresos de divisas. Clave para fortalecer el eslabón más débil de la economía nacional: la restricción interna. Sin dólares no hay paraíso, en una de esas ni siquiera Purgatorio…
Factores ajenos a la acción de gobierno pueden cooperar, si se aferra fuerte el timón y se pilotea bien el barco.
El Presupuesto 2021 destina recursos importantes, tal vez inéditos por su magnitud, a la obra pública y la vivienda. Si se ejecutan con eficiencia y velocidad servirán como émbolo keynesiano.
La recuperación despareja resucita reflejos tradicionales, insolidarios. “Se mueve” la construcción, los precios de las materias primas vuelan a la estratósfera. El Presidente advierte la maniobra, anuncia que no se tolerará, de momento no hay castigos ni correcciones de los remarcadores seriales.
La narrativa oficial sobre la inflación destaca que es menor a la heredada del macrismo, un dato certero que no alcanza. Las subas, en especial en alimentos y productos con precios regulados, castigan el bolsillo de los más humildes. Numerosas acciones se intentaron con resultados magros.
Las jefas de familia titulares de la tarjeta Alimentar comenzaron el año enriqueciendo la dieta de chicas y chicos: más alimentos frescos, leche, verduras, menos gaseosas. Las alteraciones en los precios indujeron a una regresión: de nuevo arroz, fideos, pan para llenar la panza con menos gasto.
Labor ciclópea controlar precios en un país federal con el Estado carcomido, los planteles de empleados disminuidos por licencias, confinamientos y enfermedades. De cualquier modo, algo falló.
Se tardaron demasiados meses en reglamentar la ley de Góndolas, sin ir más lejos y sin definirla como la panacea. Norma iniciática, envión a la economía popular, diversificación de la oferta.
La concentración de la oferta, de poder, es una de las claves. Las mayores corporaciones empresarias enfrentan cualquier intento de regulación, de control, de acciones anti oligopólicas. En espejo: la lucha anti inflacionaria comprende como capítulo principal la confrontación con poderes concentrados.
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La industria, gauchita: El consumo explica el 70 por ciento del PBI, describen cuadros del equipo económico. Los sueldos deben mejorar y traccionar la demanda agregada, concuerdan hasta ahí con Cristina. Las divergencias, susurradas bajo el cono del silencio, versan en particular sobre cómo se valora la “era de Guillermo Moreno”. Nada idílica, comentan puertas adentro.
Destacan con optimismo la reactivación de la industria, superior a la media. La automotriz sale del letargo con creciente proporción de contenido nacional. Se articula con Brasil… Bingo.
Los sectores de indumentaria y textil prosperan con el alza del consumo.
En Argentina la industria genera altos niveles de empleo, no es la gran proveedora de exportaciones. Si adviene el crecimiento esperado habrá que precaver el típico cuello de botella: aumento de importaciones. Usualmente el porcentaje respectivo triplica o cuadruplica el de crecimiento. El Estado puede “pisar” un poco ese margen pero la elevación existirá. Habrá que cuidar las divisas.
Si las materias primas cotizan mejor afuera, se avecina otro reto: disociar los precios internos de los internacionales. Un desfiladero estrecho porque afecta “al campo” y nadie quiere volver a conflictos similares al de las retenciones móviles.
Sintonía fina, te estamos necesitando.
Idéntica a sí misma: La derecha autóctona es impermeable a la experiencia, inmune a los cambios. Conserva diagnósticos, prédicas y reclamos, invictos en pandemia. Achicar el gasto es agrandar la Nación, pregonan. Debe reducirse la presión impositiva lo que atraerá por encanto inversiones extranjeras. “Las cargas sociales”, otro espantajo.
Proliferan propuestas para reformar (desmantelar) derechos laborales. Se pone de moda “dejar a salvo” los actuales y habilitar nuevas modalidades para puestos que se creen. Sombra terrible de Rappi, yo te evoco…. Las pretendidas innovaciones nutren notas periodísticas. Adolecen de baja o nula fundamentación ni un numerito enriquece sus argumentos. Suenan feas para los oídos populistas, las empeora la pobreza de los fundamentos.
Las clases sociales existen. Las dominantes, que prevalecieron tras la crisis de 2008-2009, ganaron terreno desde marzo. Aspiran a consolidarse, a avanzar.
El principal accionista y CEO de Techint, Paolo Rocca, lo expresa mejor que nadie: lo primero es favorecer al sector privado. Lo demás derramará por añadidura.
Esa película ya la vimos, dirá usted, nunca tuvo final feliz. Permítanos una corrección. Nunca tuvo final feliz para todes o para las mayorías populares.
La derecha es idiosincrática, habituada a mandar. En economía, también en lo tocante a ampliación de derechos. El proyecto de ley de Interrupción voluntaria del Embarazo (IVE) inspira presiones de la derecha clerical, ora protocolares, ora violentas (ver nota aparte).
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Errar es tan humano: La superpoblada agenda oficial de fin de año es afeada por errores al comunicar o al gestionar o las dos cosas a la vez. La foto del Presidente junto a Liz Solari robustece la lista de errores no forzados, maná para los adversarios.
Las idas y vueltas respecto de la vacuna Sputnik reenvían a un pecado original. El Gobierno y el propio Presidente incurrieron en el error de fechar promesas sobre hechos supeditados a varios factores. Imposible asegurar con precisión cuándo se producirán si dependen de protagonistas, agencias o laboratorios extranjeros.
Las declaraciones del presidente ruso Vladimir Putin preocuparon al oficialismo, agitaron internas latentes. La oposición desplegó sus recursos habituales: denuncias, pedidos de juicio político, arengas de funcionarios que fracasaron en su momento y la van de sabiondos universales. El oficialismo tiene que reconocer que le dejó la pelota picando…
La única verdad es la realidad, que fluye. Los escandeletes o griteríos de una semana entran en el pasado a llamativa velocidad. En las próximas semanas se verá si llegan las vacunas, si comienzan a aplicarse, si se aprueban leyes impulsadas por Alberto Fernández. Si se va articulando un esquema para que pibas y pibes vayan retomando contacto presencial con la escuela. Si hay canasta navideña accesible, si se pueden conseguir cortes de asado baratos, si en el verano se generan puestos de trabajo.
El Gobierno, como cualquier otro del planeta, será evaluado por esos desempeños, en el Agora, en los cafés y en el cuarto oscuro.
Necesita dejar atrás este año, perseverar en los aciertos, aprender de los errores, atender a las necesidades de los más humildes. Renovar parcialmente su elenco porque crecer no alcanza ni está plenamente garantizado. Y conservar a grandes trazos el rumbo, pensando en qué hacer y no tanto en “qué dirán”.
Fuente: Página 12
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