Le dieron prisión domiciliaria porque tiene asma. Ahora vive a 20 cuadras de la mujer y su hijo.
Miedo y angustia son los sentimientos que invaden a Katherine y su hijo de diez años. Es que el padre del chico -que está procesado acusado de abusar del nene y exhibirle material pornográfico- fue beneficiado con la prisión domiciliaria por ser considerado paciente de riesgo de coronavirus. Ahora vive a menos de 20 cuadras. Una tobillera electrónica es lo único que garantiza su presencia en ese lugar.La mujer cuenta que casi no duerme por las noches. Junto a su madre realizan una especie de guardia en su casa de Puerto Iguazú por temor a que el hombre irrumpa en el lugar con intenciones de tomar venganza por haberlo denunciado. El botón antipánico que la Justicia ordenó activar el viernes no alcanzó para llevarles algo de tranquilidad.“A él ya le conté que su padre no está en la cárcel. Primero se asustó un poco, pero busqué darle tranquilidad. En esa charla me pidió que le compre un cuchillo con funda para poder defenderse”, contó Katherine.Katherine y Carlos -el acusado- tuvieron una convivencia de cuatro años y medio en Puerto Iguazú. La mujer cuenta que durante ese tiempo sufrió violencia de género y decidió separarse cuando el hijo de ambos tenía apenas un año y medio de vida.“Después de la separación decidí que no era necesario establecer un régimen judicial de visitas. Carlos podía venir a buscarlo al nene las veces que quería. Incluso viajó a Salta con él para que visitara a sus abuelos”, señaló Katherine.La mujer sintió que el mundo se le venía abajo a mediados de 2018 cuando descubrió que su hijo era abusado sexualmente por su propio padre. Una denuncia en la Comisaría de la Mujer activó el proceso judicial que avanza a paso lento.El chico ya tuvo que pasar por dos cámaras Gesell, pericias psicológicas y tres exámenes médicos -el último bajo anestesia- que permitieron confirman los abusos. Él mismo señaló como responsable de esos ataques a su padre.Fue necesario que Katherine encabezara una marcha por las calles de Iguazú para que el juez de Instrucción Martín Brites ordenara la detención del acusado. “Me había dicho que no podía encarcelarlo porque se presentó cada vez que fue citado y era un buen trabajador”, recordó, indignada, la Un año y cuatro meses después de ordenar la prisión preventiva y rechazar cuatro pedidos de excarcelación, el juez Brites accedió a concederle la prisión domiciliaria al imputado alegando cuestiones humanitarias. Según el magistrado, tiene asma y en la Unidad Penal de Eldorado no existen médicos capacitados para atender esa patología. Y agregó que el avance del coronavirus pone en riesgo la vida del preso. “Esta medida no hace más que cambiar el lugar de la detención del imputado. Hoy es una persona que está padeciendo de una crisis asmática que le dificulta el tratamiento estando dentro del centro penitenciario porque no tienen personal con especialización en neumonología”, alegó el magistrado.Katherine dijo que junto a sus abogados tomaron la decisión de no apelar la prisión domiciliaria. “Queremos que el caso llegue a juicio lo antes posible y una apelación sólo demoraría más todo el proceso”, sostuvo.Sobre el cuadro médico esgrimido por los defensores de su ex pareja, la mujer contó que “nunca me enteré que tuviera asma. Sí es alérgico a los cambios climáticos, pero no más que eso”, aseguró.Con la voz casi quebrada, Katherine dijo que “me da miedo (la prisión domiciliaria) porque me odia, se puede escapar o lo que es peor, hacer alguna macana. Esa tobillera no garantiza nada”.En los últimos diez años en Argentina hay un promedio de un femicidio cada 30 horas. Según estadísticas de la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema, sólo en 2018 fueron 278. La mayoría de los asesinatos ocurren en las casas de las víctimas y son cometidos por parejas o ex.Dónde llamarLínea 144Atención para mujeres en situación de violencia.Línea 137Atención a Víctimas de Violencia Familiar.911 EmergenciasMisiones. Corresponsalía Clarin.
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